lunes, 28 de enero de 2013

Tres reflexiones sobre el estado de alerta

Vivimos en un estado de alerta, de emergencia permanente. Pero nos hemos acostumbrado a ello. A fuerza de la hiperinformación a la que estamos sometidos, llegamos a confundir lo grave con lo anecdótico, y al revés. Sobresaturación informativa. La capacidad de la ciencia y la tecnología actuales han inundado de datos y estadísticas lo cotidiano. A los medios de comunicación les encanta nutrirse de ello. He aquí tres reflexiones sobre este hecho.

1. Este fin de semana leí en varios periódicos que la gripe había llegado a niveles de epidemia en varias Comunidades. ¿Y qué? Quiero decir, ¿ha habido la alarma que causó hace unos años la temida gripe A? Ya contesto yo: no. ¿Has modificado tus  hábitos de vida por ello? Ya me imagino que no. ¿Te  asustó más  la epidemia de gripe A que  esta epidemia de gripe "normal"? Me imagino que sí. También me imagino a qué puede ser esto debido. Si eres de leer los periódicos, ver el telediario, consultar blogs,... informarse, vamos, seguramente te preocupó aquella vez. Y no ésta. ¿Ha habido algún invierno que la gripe no ha alcanzado niveles de epidemia? Y, ¿qué significa realmente alcanzar niveles de epidemia?

2. Puede que tu lo sepas, qué es una epidemia o una pandemia. Es cultura general, pensarás. No seas tan optimista. Mis alumnos, que rondarán los dieciocho años, no tenían ni idea de que significaba que la obesidad alcanza ya niveles de pandemia.  La cultura general es hoy en día un mito. En fin,  a lo que íbamos: la palabra epidemia y pandemia, asusta. Y no es más que un dato. Una estadística. Porqué al final, no somos más que números en unos registros. Así que si no se explica bien su significado cuando se utiliza en los medios de comunicación, pierde el sentido a la larga y la gente no sabe qué significa que la gripe ha alcanzado niveles de epidemia este fin de semana. También se pueden encontrar casos como el de  un amigo que también es profesor y me contó que recientemente una profesora sembró la alarma en su instituto por propagar a los cuatro vientos que una alumna debería irse a su casa porqué tenía malaria. Se estigmatizó a la alumna (suerte que  no se propagó demasiado y hubo un efectivo de compañeros que hicieron de cortafuegos) y cundió la alarma entre parte del alumnado. Yo esto lo achacaría al desinterés informativo. La malaria ha sido objeto de notícias, reportajes y documentales: en Documentos TV, Informe Semanal, 30 minuts, 60 minuts y no se dónde más ha aparecido seguro.  Hubo una época en la que Patarroyo estaba hasta en la sopa. La profesora y los alumnos seguramente han visto u oído algo relacionado con esta enfermedad. Y si no, esto confirma que el sentido común también es un mito: si la alumna está en clase, será porqué tiene el alta médica. El caso es que una sobresaturación informativa causa desinterés.

3. Si no, no me digáis que no resulta cansina la cantidad de veces que estamos en alertas y pre-alertas por lluvia, viento y bajas temperaturas. ¿Cuántos temporales pasan por nuestro territorio a lo largo del invierno? La física genera los datos y las estadísticas meteorológicas hacen que los espacios de información del tiempo sean más entretenidos. Sin duda. Pero, ¿cuándo me tengo que asustar? ¿En qué temporales de todos tengo que preocuparme de verdad y comprar provisiones y no salir de casa? A fuerza de informarnos tanto, nos saturamos. Datos y más datos. Así es que después, pasan desgracias como las del terremoto del Aquila y ¿a quién le van a echar las culpas? A los científicos, obviamente, por no predecir el terremoto. Claro, la gente acaba pensando que todos los fenómenos naturales son como las epidemias o los temporales de invierno.


martes, 15 de enero de 2013

Un anuncio para reciclar

La publicidad ha traspasado su función, que es la de estar al servicio de un producto para conseguir venderlo, y se ha convertido ella misma en un objeto, casi casi en otro género artístico como pueden ser el cine, la música o las artes artes plásticas. Y de vez en cuando, aparecen campañas que formaran parte de la cultura popular. Claro, no siempre es así. Son casos especiales, en el sentido más amplio de la palabra. Me viene a la memoria el "amo a Laura", "la chispa de la vida" o  más recientemente el payaso Alfonso Aragón cayendo en la sensiblería más cursi. Por diferentes motivos, estos anuncios han dejado en nostros una canción, una frase, una imagen que trascenderá más allá del producto y permanecerá en nuestro imaginario colectivo.  El producto que anunciaban no se recordará, o tal vez sí, pero han sido campañas que han dado que hablar, que han sido comentadas entre los amigos, en el trabajo, en el colegio, que se han hecho chistes, parodias, frases hechas a partir de ellas. En Cataluña estamos asistiendo a la última de estas campañas: "Envàs on vas?". Pero esta campaña, a parte de ser omnipresente  (hashtag en el Twitter, muros de los amigos de Facebook, el "Keep calm and envas on vas", tarareada por la calle, incluso en el Spotify se te aprece entre canción y canción, antes de los trailers en el cine, y en la tele y la radio, por supuesto)  ha servido la polémica y ha devuelto el reciclaje al centro del debate político. Los publicistas pueden estar por satisfechos con su trabajo por el alcance que ha tenido. En cambio, las empresas que los contrataron deben estar pensando dónde se han metido.



La campaña está promovida por la Generalitat de Cataluña, con el apoyo de Ecoembes y Ecovidrio. Estas dos empresas son las encargadas de sufragar la recogida y reciclaje de los envases y del vidrio, respectivamente: pagan una cantidad determinada por cada tonelada de envases o vidrio que se recicla. Y las marcas que comercializan sus productos en envases de plástico o vidrio  pagan una cantidad a estas dos empresas, que a su vez distinguen a los envases de dichas marcas  con un punto verde, un símbolo con dos flechas entrelazadas. Por tanto, si se depositan en el contenedor amarillo objetos que no están marcados con el punto verde pero si que son de plástico, estos se deben reciclar con un coste extra para Ecoembes, ya que ella no ha cobrado por reciclar objetos que no tienen punto verde. Lo mismo con el vidrio y los objetos lanzados al contenedor verde. Solución: hacer una campaña para recordar a los obedientes ciudadanos que no deben lanzar aquellos objetos que no tienen el punto verde. Y aquí la tenemos. Financiada, no sabemos en qué proporción, con dinero público.
Y es que con su canción pegadiza, con su trío de mujeres a lo virtudes pero en catalán bailando con envases en las manos, su estética retro-reciclada, la campaña estaba destinada a lo que ya se ha comentado antes:  a quedarse para siempre. De hecho puede hacerlo, pero por la polémica que ha suscitado. ¿Por qué se tienen que reciclar solo los envases y no se pueden reciclar otros objetos de plástico? ¿Por qué en el contenedor verde sólo podemos lanzar botellas de vidrio o otros envases de vidrio y no bombillas o vasos? Un vaso de Nocilla, ¿ es un vaso o lo podemos reciclar en el contenedor verde? ¿Es mejor reciclar o reutilizar? Muchos ciudadanos aquí en Cataluña se están haciendo estas preguntas. Y no es para menos.
Hay expertos que recuerdan que los objetos a reciclar, a pesar de que se llamen indistintamente plástico o vidrio, no son iguales, no tienen la misma composición química.  El vidrio, por ejemplo:  dependiendo de su composición se fundirá a una temperatura u otra, y esto depende de la cantidad de componentes que lleven, como el óxido de plomo. Estos componentes, además,  pueden resultar muy tóxicos y por tanto no sería recomendable que se utlizasen para hacer botellas de vidrio para el consumo humano. Sería el caso de los cristales de las ventanas, que a pesar de ser vidrio, no podrían ir al contenedor verde por su alto contenido en estos componentes tóxicos.
Des de la Agencia de Residuos de Cataluña se recuerda que la campaña pretende sensibilizar a la ciudadanía para que recicle. En parte es cierto. Pero no se explica bien por qué unos objetos sí y otros no. O por qué unos objetos se aprovechan mejor si van a una desechería. Varios grupos ecologistas, de consumidores  y políticos han pedido la retirada de la campaña por confusa. Y han pedido que se debata realmente el modelo que se quiere para conseguir una recogida lo más eficiente posible de la basura y para generar el menor número posible de toneladas de desechos.
Esto es lo interesante de la campaña: que surge la oportunidad de plantearse si no sería mejor adoptar un sistema de reutilizar envases como el alemán, por ejemplo. O por el contrario, sólo se pretende hacer el paripé con el reciclaje y hacer de ello un negocio más, olvidando que somos  uno de los países de Europa que más residuos generamos. Y para exigir transparencia en todo lo que concierne al reciclaje. Se nos exige que separemos para reciclar mejor, pero disponemos de poca información de a dónde van a parar los residuos o cómo son aprovechados.



lunes, 7 de enero de 2013

The Master o el origen de una religión

The Master es, sin duda alguna, una Gran película. Aunque está ambientada en los años cincuenta, allá por cuando ya había acabado la Gran Guerra y para cuando los Estados Unidos se preparaban para su Gran Recuperación, la película resulta muy actual, muy contemporánea. Ahí reside su grandeza: traspasar lo local y anecdótico para reflejar lo universal.
Y es que The Master, al relatar el inicio de una nueva religión llamada Cienciología que después ha resultado ser tan famosa gracias a que parte de sus más destacados miembros pertenecen a otro famoso club afincado en Los Angeles, habla de una constante que se ha reproducido y se puede seguir reproduciendo por siempre jamás: ciencia versus religión. O viceversa. Qué más da. Como dos caras de la misma moneda, el enfrentamiento se repite, se perpetua, se arrastra por el devenir de la historia, que al fin y al cabo, somos nosotros, es el ahora.
Con una elegante puesta en escena y una gran dirección de actores, Paul Thomas Anderson ha hecho una película que me ha estremecido. No sólo la historia del desgraciado Fredd es, creo, capaz de entristecer al más gélido de los corazones: su difícil y seguramente traumática infancia, su juventud marcada por su misión de aniquilar japoneses, su amor verdadero que es una sufrida historia de amor, sus adicciones, su violencia como única manera de relación, su débil carácter, su infortunada búsqueda de su sitio en la Nación vencedora. Fredd es la carnaza de la Causa, la nueva religión o secta, igual da, o como le gusta llamarla a su creador Lancaster Dodd (personaje inspirado en L. Ron Hubbard) el método con el que alcanzar la curación; la curación de Fredd y otros pobres infelices en la película.
Pero el estremecimiento del que hablaba no ese por la historia de engaño, de manipulación, de abuso, de maquiavelismo de un personaje dominante sobre otro más débil. El miedo, el horror, el temblor viene al pensar que el mundo está y ha estado lleno de parlanchines como Lancaster Dodd, individuos con una gran verborrea y grandes dotes embaucatorias, capaces de congregar a multitud de seguidores, engañarlos con sus argumentos pseudo-científicos y hacerles creer en viajes en el tiempo como ocurre en la película, o  en viajes astrales, o en diferentes formas de más allá, en vidas paralelas o en reencarnaciones, en hacerles creer que vivimos en unos cuerpos prestados, que no tenemos capacidad de decisión sobre ellos, que todo ocurre por voluntad de quién sabe qué otros seres superiores o de alienígenas que nos visitan periódicamente e incluso de los alineamientos planetarios y milagros imprevisibles.
 Y aún me aterra más pensar que estamos desamparados ante ellos. Recuerdo una escena de la película en la que que Lancaster está aplicando su método con Fredd, y eso es en sí un espectáculo: hay gente alrededor observando, con pose serio, viendo como se ultraja y humilla a Fredd. Pero como es en nombre de la Causa, es lo correcto. Eso es lo que me da pavor: lo facil que nos podemos dejar engañar, que nos pueden manipular.
Hay quién verá en the Master sólo referencia a las sectas entendidas como grupos no reconocidos por las grandes religiones actuales y con facilidad para el autoaniquilamiento, como grupos raros, aislados y anecdóticos.  Yo veo en The Master como se fragua una religión, como nace de cero una creencia sin ningún fundamento empírico, sin otra intención que el enriquecimiento y la utilización de la gente para una causa particular, sin ningún beneficio para el bien común. Cómo esta se puede llegar a extender entre personas con una cierta formación educativa.  Cómo sus líderes son incapaces de argumentar con datos ciertos y fehacientes sus mentiras y estallan en ira y rabia contra aquellos que les buscan las cosquillas y consiguen dejarlos en evidencia. Cómo esos mismos líderes espirituales, en apariencia comprensivos y benevolentes, sólo inventan, especulan, divagan, improvisan, manipula, parlotean para conseguir trepar, alcanzar la cima de la fama o la riqueza o ambas. Y cómo consiguen perdurar por los siglos de los siglos.
Frente a eso, sólo tenemos un recurso: más cultura científica. Pensemos en la cantidad de gente que aún lee los horóscopos, la cantidad de canales con echadores de cartas que hay, con los pseudo-coaches que afloran como setas y escriben libros con los que rellenan  las secciones de otras creencias de las librerías. Pensemos como esas creencias pueden llegar a influir en decisiones políticas que nos afectan a todos, a gobernar nuestro día a día.  Y eso en una sociedad, la occidental me refiero,  que ha alcanzado los niveles educativos más altos y generalizados de la historia, con unas tasas de analfabetismo bajísimas y con una capacidad grandísima para informarse. Y aún así, existen exitosos Lancaster Dodds a doquier.  ¿Da o no da miedo?



sábado, 22 de diciembre de 2012

A jugar con la ciencia

Estamos en el periodo más consumista del año. Escaparse de las compras es difícil. Reconozcámoslo y afrontémoslo de una manera provechosa. ¿Por qué no despertamos vocaciones científicas gracias a los Reyes Magos, Papá Noel o el Tió? A continuación tenéis algunas sugerencias. Aviso: es inevitable citar marcas y tiendas. No hay detrás de ello ningún fin comercial. Esta selección ha sido fruto de un entretenido trabajo de campo, que ha consistido en visitar algunas tiendas del centro de Barcelona (Tiger, Imaginarium, Muji, Abracadabra, Joguines Foye).




Empezaré con tres juguetes que me han llamado la atención para poder fascinarnos des de pequeños con el cosmos. Uno es el telescopio ESA-Imaginarium que consta de lentes y trípode (Imaginarium, a partir de 6 años, 24,95 euros). Si Galileo levantara la cabeza y viera que los niños ya saben manejar un telescopio...
En esta misma tienda hay toda una línea de juguetes bastante sofisticados relacionados con la astronomía con la marca ESA (Agencia Espacial Europea). De entre ellos he elegido el telescopio por ser un clásico que seguro más de uno hemos querido que nos regalasen alguna vez por estas fechas







 Entre ellos está el también clásico planisferio, que se puede econtrar en Tiger también. Aquí, más económico y redondo, con forma de globo terráqueo, y no tan fiable como el de la ESA. Aún así, original y sin faltarle ninguna constelación. 


Para acabar la temática astronómica, recomiendo un precioso Sistema Solar de madera (Muji, 25 euros).
 A aquellos que les gustan los seres vivos, tienen una infinidad de posibles regalos. Des de las típicas bote-lupas (en Imaginarium por 7,95 y en Tiger por 3 euros) que permitirán cazar algun que otro insecto y verlo ampliado,


 hasta un safari de animales de cartón para montar (en Muji, 7 euros) o un conejo luminoso que recuerda mucho a Alba, el conejo fluorescente creado por Eduardo Kac (en Tiger, 2 euros). Un buen motivo para explicar cómo puede ser que los conejos sean fluorescentes.

 A parte, se pueden encontrar mil modelos de figuras de animales. Pero quiero recomendar una forma, a pesar de no ser juguetes,  de acercarse a los animales que a mi siempre me ha encantado, que son los libros pop-up. La editorial SM tiene 2 que son, para mi gusto, preciosos: Animales y Pájaros, ambos de Franceso Pittau i Bernadette Gervais.  Son dos libros de gran formato y de dibujos maravillosos. Para descubrir la belleza de los animales (Abracadabra, 24,60 euros).




Quien prefiera las plantas tiene varias opciones para crearse su propio invernadero: el clásico de madera y paredes de plástico para  botánicos precoces  (en Imaginarium, de 4 a 6 años, 9,95 euros) o uno más sofisticado de plantas carnivoras (CefaToys, en Joguines Foye,  a partir de 10 años, 25,95 euros). A proposito, esta marca de juguetes tiene toda una gama dedicada a juguetes científicos, para crear hábitats marinos, volcanes o cristales.



Precisamente el Cristalcefa o el Volcanocefa serían una opción para fomentar el interés por la geología, pero destacaré otro juguete más pequeño y curioso : el kit de excavación fósil, que consta de un pequeño rectángulo de plastelina, una espátula de madera y un pincel. Para empezar a explicar la teoría de la evolución. No sé si Richard Dawkins conocerá su existencia, pero estoy seguro que le encantaría (en Tiger, 2 euros).


Otra sugerencia, esta para aquellos que pretendan regalar  un juguete sobre el cuerpo humano, y a pesar que existen multitud de modelos, me quedo con el puzzle humano de madera (Muji, 15 euros)                      

 Si lo que se pretende es contentar a las criaturas más mañosas, hay infinidad de mecanos para construir aviones o helicópteros (Tiger, 3 euros, a partir de 3 años) o robots (en Abracadabra, a partir de 3 años, 15 euros).

 Para explicar un poco de física en el momento del baño hay dos pequeñas maravillas que he encontrado: la Tub Fountain (en Imaginarium, a partir de 12 meses, 29,95 euros) y el barco balón (en Tiger, a partir de 8 años). Dos maneras de empezar a entender la acción-reacción, el porqué flotan algunos objetos y el principio de Arquímedes. Casi nada.


- Acabaré esta selección de juguetes con los que tienen que ver con las matemáticas: me han gustado mucho los tangrams de madera (en Abracadabra, a partir de 3 años, 6,50 euros). Colores y formas diferentes. Entretenimiento asegurado a la vez que se descubren formas geométricas y se desarrolla la capacidad de visión espacial. Otros juguetes que me fascinan, a pesar de ser un auténtico desastre con ellos, son los origamis. En Muji hay para hacer pájaros o figuras navideñas (6,50 euros).





La lista podría continuar e incluso haber sido más amplia. Podría haber rastreado en otras tiendas. Pero es una selección muy personal que espero os haya podido dar ideas para vuestros regalos. Advertencia: regalarlos no garantiza que los niños sean después científicos, pero si que fomentará en ellos la curiosidad, las ganas por aprender, y el saber compartir. Aspectos fundamentales en el desarrollo de cualquier personalidad, científica o no.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Mi nostálgica ciencia

Ahora que crece la alarma por la poca vocación científica que hay entre los estudiantes, y que casi seguro se va a ver aumentada por estos tijeretazos en los presupuestos en investigación y educación y la precarización sistemática que va encaminada a ser sistémica de los doctorandos e investigadores; ahora, decía, es cuando me pongo nostálgico y pienso por qué yo estudié Biología.
Repaso mi imaginario infantil y juvenil y reconstruyo cómo se despertó en mi la vocación científica, a pesar de haber crecido en una familia de letras, y espero que se me permita esta falaz distinción para simplificar y avanzar.
Pues no sé si todo empezó o no con Érase una vez la vida, pero esta serie ocupa un lugar preferente en mis recuerdos de la infancia. La sensación al evocar esta serie es solo comparable con la que siento al recordar el sabor de merendar  pan, hecho por mi abuela, con chocolate. Érase una vez la vida me proporcionó las imágenes con las que ilustrar lo que pasaba dentro de mi cuerpo: los policías blancos luchando contra los fusiformes virus, las pequeñas y juguetonas plaquetas colaborando para taponar una herida, los rápidos mensajeros con sus mensajes enrollados bajo el brazo y corriendo de un lugar hacia otro para transmitir la información, el Maestro con su larga y blanca barba desperezándose en la mesa de mandos dónde todo se controlaba, los guapos Pedrito y Kira navegando de aquí para allá con sus naves,... Con Érase una vez la vida le puse cara a mis células y el metabolismo cobró sentido narrativo para mí.

Mientras tanto, y no recuerdo cómo pero pasó, me encapriché de un juego de mesa que te permitía hacer experimentos de química. Posiblemente fue al verlo en un anuncio de la tele, mientras veía Érase una vez la vida, no lo se.  El caso es que el Cheminova me llegó por reyes, a finales de los ochenta imagino. Estaba empeñado en descubrir algo, así que me saltaba los experimentos que venían en el libro de instrucciones y los hacía a mi manera. Mis padres me avisaban del peligro de las aventuradas mezclas y combustiones, así que alguna vez me salía a la terraza de casa y encima de la lavadora me montaba mi pequeño laboratorio y me ponía a experimentar sin ton ni son. Nunca llegué a ningún descubrimiento notable. Pero los momentos que soñé que me convertía en un famoso científico suplen tal carencia de resultados. El sueño terminó al mismo tiempo que se vaciaban los botecitos de las sales y demás compuestos.

Por aquel entonces, yo aún no sabía qué era eso de ser científico. Pero me imaginaba una vida llena de aventuras si me decidía a serlo. De eso tenía la culpa otra serie de televisión, El profesor Poopsnagle y el secreto de las salamandras de oro. Yo quería ser de mayor como el protagonista: el profesor García, sabio y apreciado por su nieto y los amigos de éste, y sobretodo porqué iba a salvar al mundo de la contaminación. Esa mezcla de inventor, geólogo, químico y no se cuantas disciplinas más que dominaba el profesor García, era para mí la profesión de científico. Y si además podía ir volando en un autobús, ¿a qué otra cosa me podría dedicar de mayor que me proporcionara tal diversión?

Después llegaron los noventa, fui al instituto y allí tuve la suerte de encontrarme con uno de los mejores profesores que he tenido, que curiosamente era el de Ciencias Naturales. Su personalidad y su manera de enseñar me cautivaron y fue decisivo en mi decisión de estudiar Biología. Y aunque me podría detener en él y dedicarle toda una entrada de este blog, no lo haré y simplemente destacaré una cosa ya sabida porque todos la hemos vivido: la importancia que tienen los profesores en nuestra adolescencia.
Hoy en día existen mil canales de televisión con documentales de naturaleza, de tecnología, de ciencia, existen también series de dibujos con niñas exploradoras, de personajes futuristas. Hoy en día también los padres nostálgicos ponen a sus hijos series como Cosmos de Carl Sagan, que aunque yo no la recuerde fue de las precursoras en la divulgación científica y marcó también a toda una generación, e incluso hay quién pone también a sus hijos Erase una vez la vida. Y esos niños iran al instituto y puede que se encuentren con un profesor de Ciencias que les motive lo suficiente como para estudiar Biología. Pero cuando sean conscientes de lo que significa ser científico hoy en día en este país, su nostálgico imaginario construido a partir de esas series y esos personajes no tendrá nada que hacer contra la dura y precaria realidad. Y la alarma habrá dejado paso al desastre.

domingo, 28 de octubre de 2012

¿Para qué sirven las encuestas?

Las encuestas, ¿sirven para algo? ¿Se las lee alguien? Pensamos que sí, que con lo que cuesta elaborarlas, a partir de ellas se obtienen datos que sirven para percibir, valorar, conocer el estado y la tendencia de un determinado asunto. Y con esos datos sacar conclusiones, tomar medidas que corrijan aquello que se ha percibido que no funciona o refuercen aquello que se aprecia como positivo. Durante estas últimas semanas han salido a la luz dos de estas encuestas. La de la percepción pública de la Ciencia, elaborada por la FECYT y la de la OCDE sobre Educación.  
Por una parte, en la de la FECYT destaca que la gran mayoría de los ciudadanos españoles asocian ciencia y la tecnología con mejora de la calidad de vida (88%) y desarrollo económico (87%). ¡Qué bien valora nuestra sociedad la Ciencia! Pero esta encuesta no se la ha debido leer el Ministro responsable de Ciencia porqué la inversión de en I + D para el año 2013 ha descendido en 340 millones de euros. Y eso supone ya un recorte acumulado del gasto del 36,86% desde 2010. Parece ser que, el año que viene, la Ciencia ayudará un poco menos al desarrollo económico y no mejorará tanto la calidad de vida. Menos dinero, menos investigación, menos Ciencia. Son habas contadas. 
Sigamos con la encuesta de la FECYT: los médicos y científicos son las profesiones mejor valoradas por la gente, todo lo contrario que los políticos (con lo bien vestidos que van siempre ellos, no lo entiendo).  En concreto, los médicos obtienen un 4,27 sobre 5 y los científicos un 4,26 también sobre 5, claro. Pero, ay, el 41,9% de la población percibe su educación científica como baja o muy baja. Por tanto, a la vista de este dato, se debería reforzar la formación científica de la población. Sobretodo en las etapas de educación obligatoria (Primaria y Secundaria). Pues bien, parece  que el Ministro de Educación tampoco se ha leído esta encuesta, porqué el gasto en Educación durante los últimos años se ha reducido también (del 4,91% del PIB en 2010 al 4,74% del PIB en 2011).  Las consecuencias inmediatas las están sufriendo día a día los estudiantes. Pero hay otras consecuencias a largo plazo que sufrirá en general toda la sociedad. Sólo hay que leer las conclusiones de la otra encuesta a la que me refería al principio de este post.  La encuesta de la OCDE avisa de que el abandono escolar en España es de los más altos de la Unión Europea y del aumento de la generación "Ni-Ni"  hasta ser la más alta de la Unión Europea. Así que menos recortes en educación, y no es un lema de una manifestación sino la recomendación de la OCDE.
Al parecer, al ministro de Educación y Ciencia no le han servido de mucho estas dos encuestas. O tal vez sí:  ha anunciado una nueva reforma educativa para el curso que viene para hacer frente a esta ecatombe educativa. De momento es sólo un anteproyecto de ley (LOMCE) al que se opone toda la comunidad educativa (padres-madres, profesores y alumnos). Así que esperemos que se quede en anteproyecto.
Y es que en estos casos, los reformadores educativos (profesión que se podría incluir para ser valorada en la próxima encuesta de la FECYT) deberían hacer caso a quién entiende de veras en educación. Por ejemplo, a Francesco Tonucci. Este maestro, pedagogo y dibujante italiano se ha dedicado a investigar cómo piensan, cómo aprenden y cómo se comportan los niños. Tonucci estuvo en Barcelona recientemente  y dio una conferencia muy inspiradora. Por la sencillez con la que explicó sus ideas se notaba que sabía de lo que hablaba: giró en torno a por qué la escuela tal y cómo está organizada actualmente no funciona. ¿Y sabéis qué propuso? Que fuese más científica, darle más importancia a la investigación a partir de preguntas, al trabajo cooperativo, y dejar a parte las asignaturas, las aulas, los temarios,...Eso sí que sería una reforma fundamentada con critérios pedagógicos y no políticos.
Mientras esta reforma llega,  seguiremos esperando las próximas encuestas que valoren cómo ha ido este curso escolar y el siguiente, y qué opinión tiene la población sobre la Ciencia. Podría anticiparos los resultados, pero no es mi intención que os quedéis sin el placer de leer los resultados de las encuestas. Que para eso están.


Viñeta de Francesco Tonucci (Frato)

domingo, 5 de agosto de 2012

Y SIEMPRE CON LA MISMA MÚSICA

La música pop más reciente suena toda igual, científicamente probado. Esta es la conclusión a la que ha llegado unos investigadores del CSIC después de analizar más de 400 mil canciones de entre 1955 y 2010, registradas en el Million Song Database (esto equivaldría a 1200 días de escucha ininterrumpida). El artículo está publicado en Nature y pone de nuevo en contacto música y ciencia.
Este faraónico análisis se ha basado en unos algoritmos que tenían en cuenta el tono, el timbre y el volumen de las canciones. El estudio detecta una constancia de estos patrones a lo largo de la evolución musical del pop. Pero además, refleja que ultimamente la mayoría de las canciones se parecen más aún que antes. Y encima suenan más alto.
Seguramente que a esta conclusión también hemos llegado más de uno cuando escuchamos los 40 principales. Sin necesidad des estar 1200 días con la emisora puesta, claro. Ahora, nuestra percepción tiene una base científica que nos arma de razón para poder criticar la música pop más comercial.
No digáis que no os  esperabais esto. Lady Gaga suena (y baila) igual que Madonna, Coldplay se apropió del estribillo de Ritmo de la noche de Mystic, The Offspring le cambió la letra al Obla Di Obla Da de los Beatles, y seguro que se os ocurren muchos más ejemplos. ¡Qué descaro! 





Aunque, detengamos por un momento nuestro regocijo e indignación y pensemos. Resulta que las notas musicales, en nuestra cultura occidental, son sólo 7 (y sus alteraciones, con sostenidos y bemoles) . Así que,  hay muchas combinaciones posbiles entre ellas, pero no son infinitas. Además, nuestro cerebro, al que le satisface mucho escuchar música, no es un entusiasta de las aventuras e innovaciones. Es decir, cuando escuchamos una serie de acordes (llamémosles canción) el cerebro se anticipa y predice cuál es el que irá a continuación. Espera que sea ese y no otro. Si resulta que el acorde que suena no es el esperado, el cerebro no segrega la dopamina y a nosotros no nos gusta la canción. Eso no significa que nos gusten más las canciones repetitivas. En absoluto. La gracia de un compositor (ya sea de música clásica o de pop comercial) está en saber generar una tensión tonal, mantenerla y resorverla justo en el momento adecuado. Según Robert Zatorre, científico argentino que estudia la respuesta del cerebro a la música,  la dopamina se libera en dos momentos: durante la tensión de los acordes y en su resolución. Por eso el jazz no es mainstream, y la canción del verano sí. Una música es más fácil de escuchar que otra según la dopamina que pueda llegar liberar. Aunque podemos educar nuestro cerebro, claro. Los gustos musicales, tal y como explicó en el Cosmocaixa el profesor Gary Marcus, tiene que ver con lo que uno ha escuchado desde pequeño.
Por tanto, los científicos del CSIC  han comprobado algo que ya nos olíamos (o escuchábamos). Han dado el argumento definitivo a los más fervientes detractores de Justin, Rihanna y compañía. Pero en el fondo estos artistas no tienen ninguna culpa. La música, como todo hoy en día, es un negocio. Y sin necesidad de un estudio científico, los mega productores musicales ya saben lo que funciona y están dispuestos a exprimirlo al máximo. A pesar de que se repitan más que el ajo.
¿Eso significa que no hay plagios sino repeticiones inevitables? Veremos como pueden llegar a interpretar los jueces este estudio. De moment, que cada uno saque sus propias conclusiones musicales.