Empiezo a leer el reportaje
"Marcados por los genes" de Luís Miguel Ariza, que se ha publicado este fin de semana en el suplemento dominical de un periódico. Cuenta cómo nuestra información genética, que es la información más personal y por ello más sensible y delicada que nos identifica, puede estar al alcance de cualquiera. De un cualquiera bueno, por ejemplo de un investigador que estudia la relación entre un marcador genético y el cáncer de colon o de un médico que te avisará de que tienes un factor de riesgo del 60% de sufrir Alzheimer. Pero esa información también puede ser ojeada por un cualquiera malo, por ejemplo un agente de de tu agencia de seguros que te negará una cobertura total o de tu jefe puñetero que te podrá despedir por ese riesgo tan elevado a sufrir cáncer y alegará una reestructuración interna de la empresa y ciao. Un cualquiera malo también puede ser un hacker informático que puede vender esta información a otro cualquiera más malo. Uffff. Acabo de leer el reportaje. Me entran temblores, sudoraciones y palpitaciones. Mi sistema nervioso simpático está a tope. Típica reacción de alerta. Seguro que hasta se me han dilatado las pupilas. Y es que he sentido miedo.
Vale, me digo, relájate que no es para tanto, es otra falsa alarma para crear expectación y bordar un reportaje periodístico; para tener un buen tema y que te publiquen el domingo. ¿Cómo van tus datos genéticos a estar colgados en Internet? ¿Cómo se va a enterar tu mutua? Ciencia ficción, seguro. Pero se ve que no, se ve que ya pasa en EE UU, el país dónde primero pasa todo. Al parecer allí que ya hay denuncias por discriminación genética. Entonces no es broma, pienso. Además, según informa el reportaje, son cada vez más las personas que piden que se descifre su genoma y quieren saber de qué morirán. Para ir dejando testamento, imagino. Yo no se si querría que se descifrara mi genoma. Quiero decir, que por una parte si me gustaría para ver si puedo evitarme algún sustillo e ir previniendo futuras compliaciones. Pero por otro lado, pienso que me asustaré y que, al fin y al cabo, en la vida te pueden pasar muchas cosas, y oye, a lo mejor no te mueres de lo que te dicen los genes. Para qué voy a ir sufriendo innecesariamente. Pero otra cosa es la investigación, claro. Me pongo a pensar que hace falta que se descifren genomas de la gente para detectar y mapar en los cromosomas aquellas regiones involucradas en la enfermedades que nos acechan y encontrar un remedio molecular para ellas. La terapia molecular, que será lo más de lo más, cuando se generalice, claro.
Entonces ahora si que estoy hecho un lío, pienso. Vamos a ver: me asusto o no me asusto. La información genética se debe colgar en Internet o no. Para facilitar la investigación y el intercambio de datos entre investigadores por supuesto que sí. Pero, ay, si la intercepta uno que no tiene esa noble intención, y la vende y se hace negocio con ella y te putean y te discriminan. No me estoy aclarando nada. Vaya con el reportaje...Qué bien que se avance a toda velocidad descifrando el genoma humano o más vale que se ponga el freno y se pensemos qué estamos haciendo, o mejor, qué vamos a hacer con toda esa información.
Acto seguido me vienen más ejemplos en los que el avance científico ha ido de la mano de un, cómo llamarlo, desastre, inconveniente, handicap. La teoría de la relatividad, , los fertilizantes, la máquina de vapor, los transgénicos, la pólvora, la radiactividad, los antibióticos, y no se cuántos avances científicos y tecnológicos más que han contribuido al progreso de la humanidad. Pero sin dudar un momento, relaciono cada uno de ellos con una contrapartida que hacen que su áurea milagrosa desaparezca más rápido de lo que dura un parpadeo.
Pero tranquilo, me digo, pues hay comités éticos que dilucidan si se hace un buen uso o no de esos nuevos hallazgos, de esas nuevas tecnologías que nos trae el progreso. Claro que, continuo diciéndome, esos comités éticos cómo sabemos que son totalmente imparciales. ¿No son humanos sus componentes y por tanto, vulnerables y proclives al error como cualquier mortal más?¿Quién garantiza que sus decisiones sean las más acertadas?
Voy perdiendo fuelle y me desanimo: seré incapaz de encontrar un respuesta. Debe ser que es imposible que todo vaya bien. Imposible que el progreso científico sea limpio, ético, seguro, justo. Aunque sea ésta su intención. Pero tampoco podemos frenarnos y volver a la edad media. La condición humana debe tener estas cosas. Así que, me digo para tranquilizarme, adelante con descifrar el genoma y prevenir y curar enfermedades. Arrepintámonos de hacer cosas, no de dejar de hacerlas. Ya encontraremos solución a los males que vamos generando por el camino mientras avanzamos por la senda del progreso y la prosperidad. Me quedo sorprendido de mí mismo: pues menuda conclusión saco de todo este embrollo. Y me quedo tan ancho.