jueves, 29 de agosto de 2013

La hamburguesa es la estrella

La hamburguesa, alimento e icono de nuestro tiempo, ha sido la protagonista de la sección de ciencia de muchos medios de comunicación este verano. Y es que se ha creado la primera hamburguesa sintética de la historia. El logro ha tenido lugar gracias a unos investigadores holandeses que la han fabricado a partir de células madre del músculo de varias vacas Al parecer McDonald's no ha tenido nada que ver, pero si Google, que ha cofinanciado el proceso.
El cabecilla de esta creación, el profesor Mark Post, ha repetido hasta la saciedad la ventaja estrella de su producto: ante el aumento de la población mundial y la necesidad de producir más alimentos, esta hamburguesa supone un menor impacto ambiental en su producción. En cuanto al sabor, parece ser, no hay ventajas: según quienes las probaron, estaba un poco seca. Todo llegará.
Des de que me enteré de tan loable proeza, me han rondado varias interpelaciones que no me dejarán tranquilo hasta que no las materialice. La primera tiene que ver con los titulares y la manera de llamar a las cosas, que no siempre es por su nombre. Es tan sintética  esta hamburguesa creada en el laboratorio del profesor Post, como la que se comió el primer Homo sapiens hace 500.000 años. Aunque no lo parezca, es tan natural obtener la hamburguesa criando a la vaca, sacrificándola y picando parte de sus músculos, como lo es criar a la vaca, coger células madre de su músculos y ponerlas en unas placas con nutrientes y esperar que crezcan hasta conseguir la pieza de carne. Todo depende de la técnica que se utilice, que es la que se dispondrá en el momento de querer fabricar una hamburguesa. Si el Homo sapiens de hace 500.000 años hubiese tenido constancia de la existencia de las células madre y se le hubiese ocurrido utilizarlas para fabricarse su hamburguesa, ¿también se le hubiera llamado sintética? Sintético suena a artificial, a plastificado, a algo de mentira, postizo, falso, y le suele quitar valor al sustantivo al que acompaña. Sintético debería hacer referencia a que surge de un proceso que requiere cierta manipulación de la materia prima. En este sentido, hace 500.000 años, puesto que las reses no producían directamente la hamburguesa,  también había hamburguesas sintéticas.
Por otra parte, pensar que esta nueva forma de fabricar hamburguesas va a acabar con el hambre del mundo, que es una de las principales motivaciones de Post y su equipo, me suena a falacia. La misma que cuándo nos vendieron que los transgénicos también ayudarían a solucionar este problema. Me sorprende ver cómo todavía un científico repite esta misma cantinela para justificar una idea suya. Creo que ya podemos ir entendiendo que el hambre en el mundo es un problema de distribución de recursos. La ciencia por sí sola no va a paliar las injusticias del planeta. Los datos que acompañan al invento parecen bastante elocuentes: menor consumo energético para su producción, menor emisión de gases invernadero y menor superficie de suelo utilizada. Resumiendo: menor impacto ambiental al producir la hamburguesa con esta técnica. Parece tentador pensar que es la producción de alimento del futuro. Pero faltaría ver la voluntad política y los trajemanejes de las empresas que se queden con la técnica. De momento ninguna cadena de restaurantes de comida rápida ha dicho esta boca es mía. Les debe ir bien produciendo hamburguesas de una forma clásica (que no digo ética). 
Así pues, la hamburguesa, aunque de origen europeo, ha sido estrella de la gastronomía occidental des de que los americanos la popularizaron. Ahora es también una estrella mediática gracias unos científicos holandeses.

                       

viernes, 2 de agosto de 2013

Las revistas son para el verano

La lectura es una de las actividades estrella de las vacaciones. A pesar de ello, no siempre se encuentra el momento de leer libros interesantes, como Incógnito o El universo de la nada. Bien porqué la playa es demasiado ruidosa y te distrae la conversación de los de la sombrilla vecina, bien porqué después de comer el libro ayuda que la digestión  te induzca a una siesta reparadora, bien porqué los niños de la familia andan revoloteando pidiendo atención continua, o bien porqué apetece relajar la mente, hay momentos que necesitamos de otro tipo de lectura. Como por ejemplo las revistas.
Las revistas de ciencia y divulgación (Muy interesante, Quo, Investigación y Ciencia,...) podrían ser esa alternativa a la lectura de un libro.  Pero hay, aún así, alternativa a esta alternativa. Es el caso de la revista The Plant. Editada en inglés pero de producción catalana, el contenido se centra en el mundo de las plantas y la jardinería des de la particular visión que ofrecen  artistas, diseñadores, escritores, músicos, escritores. En The Plant, a parte de encontrar información práctica sobre jardinería y botánica, hay también entrevistas con artistas que utilizan plantas en sus obras, o relatos de escritores emergentes o personajes populares que hablan de su amor por las plantas, o referencias a las plantas en el cine.  Este variado contenido viene reforzado por fotografías e ilustraciones que hacen de su lectura un delicioso,  refrescante pasatiempo.
En cambio, si lo que se trata es de entretener a los más inquietos, existe la opción de comprar la revista Okido, The Arts&Science Magazine for Kids. Aunque también está editada en inglés (es una publicación inglesa), los contenidos son facilmente entendibles, y así se puede practicar inglés (¡vamos hacia el tirlingüismo en la escuela!). Proporciona una original manera de que los niños se acerquen a la ciencia a través de juegos, de actividades "házlo tú mismo", de cómics, de dibujos para pintar, canciones, historiestas,.... Está hecha con un gusto exquisito. Cada número es monográfico de un tema (por ejemplo la suciedad, el agua,...) y las actividades se desarrollan sobre este tema. Publicaciones como ésta ayudan a despertar el interés científico de los niños y a alimentar vocaciones científicas. 
Buena lectura y buen entretenimiento, aunque no se tengan vacaciones.

























Información práctica:

The Plant
http://www.theplant.info
10 € España
20 € Europa

Okido
http://www.okido.co.uk/
 £ + gastos de envío

jueves, 18 de julio de 2013

La economía, las chaquetas de colores y el Índice Bohemio-Gay



Este no va a ser un post sobre economía. Más que nada porqué no se nada de economía. No se nada de macroeconomía, quiero decir. Si acaso,  se algo de microeconomía. Aunque muy bien no se dónde acaba una y dónde empieza la otra. Total, que no voy a escribir de economía. Pero si de economistas. De personas que saben de economía, y en cambio saben poco de otras cosas. Seguro que hay muchos de esos, pero yo me centraré en dos.
Del primer economista que quiero hablar es de Richard Florida. Es experto en geografía y crecimiento económico. Trabaja en la Universidad de Toronto pero viaja por todo el mundo dando conferencias sobre el desarrollo económico de las ciudades. Ha escrito varios libros y numerosos papers. Su aportación más importante al mundo de la economía, y del conocimiento en general, es la Teoría de la Clase Creativa. Así muy resumido, el profesor Florida viene a decir que la clase creativa está formada por profesionales del mundo del arte, el diseño y la ciencia; y que esta Clase Creativa elige las ciudades dónde establecerse no por su oferta laboral sino por su grado de tolerancia a las formas de vida que se alejan de los estándares. Sus estudios analizan cómo esta Clase Creativa incrementa el grado económico de estas ciudades y cómo influye en su desarrollo urbanístico.  Aquí entra a escena el Índice Bohemio-Gay: un indicador de cuan tolerante es una ciudad, o un vecindario, frente a esos cánones de vida no estándares o convencionales. Porqué lo que dice el profesor Florida no es que los bohemios y gays sean buenos para la economía porqué tengan un poder adquisitivo más alto y consuman más, sino porqué este índice indicaría qué ciudades son más tolerantes y por tanto, la gente (clase) creativa se sentiría más agusto viviendo ahí y por tanto ayudaría a mejorar la economía de esa ciudad.
Vayamos con el segundo economista.  Este más conocido localmente aunque también trabaje en el continente americano. Se trata de Xavier Sala i Martin. Goza de reconocida notoriedad (que me imagino que no es sólo por vestir coloridas chaquetas) y es por eso, supongo, que el diario La Vanguardia lo ha fichado para hacer una vídeo-columna titulada E-Konomía. Y es dónde yo he descubierto al economista Richard Florida. Porqué hoy Sala i Martin se preguntaba "¿Es buena la homosexualidad para la economía?" y citaba el estudio del profesor Florida y sus conclusiones entre homosexualidad y progreso económico.
Y yo me pregunto, ¿llevar chaquetas de colores es bueno para la economía? Imaginemos que hacemos un estudio sobre ello. En nuestra metodología de trabajo para llevar a cabo esta investigación utilizaríamos un índice que comparase los resultados de las empresas cuyos empleados visten aburridos trajes oscuros con las empresas donde sus trabajadores utilicen coloridas prendas. Lo llamaríamos Índice Económico-Pantone. Podría aventurar mi hipótesis de partida pero prefiero no hacerlo por temor a plagio. Sabemos cómo está el mundo científico hoy en día, desesperado a la caza de recursos y cualquier buena idea podría ser aprovechada por un avispado director de grupo de investigación para hacerse con una subvención.
¿Qué pensaría el economista Sala i Martin si el economista Florida hubiese echo ese estudio imaginario? Pues eso mismo pienso yo de la Teoría de la Clase Cerativa de Richard Florida y de la vídeo-columna de Sala i Martin.  Tratar la homosexualidad como un factor que influye en la economía es otro ejemplo de cómo el capitalismo trata a los seres humanos como simple mercancía. Y que se haya hecho dentro de un marco académico como es la Universidad de Toronto es una muestra de cómo la Ciencia comete errores al encasillar a la personas dar pie a la discriminación. Es como estudiar si las ciudades con más población emigrante son más inseguras, o más feas, o con esperanza de vida más baja. Es la manera cómo no hace muchos años se utilizaba el Coeficiente de Inteligencia para separar a listos y tontos.  Se puede llegar a pensar que en este caso del progreso económico, la homosexualidad sale bien parada y tiene una  valoración  positiva. Pero ya no se trata de eso simplemente. Sólo con el planteamiento ya se está causando una ofensa. Ya se da pie a la diferenciación y a la  discriminación: ciudades con más homosexuales vs. ciudades con más heterosexuales. Si se tiene que llegar a una verdadera igualdad, señores economistas del mundo, este no es el camino.

Richard Florida                                                            Xavier Sala i Martin (y sus chaquetas de colores)

lunes, 13 de mayo de 2013

Cuatro vídeos de ciencia y un videoclip

Últimamente he visto algunos vídeos que, por diferentes motivos, resultan bastante interesantes y me gustaría compartir. Los recursos visuales son una de las formas más directas de transmitir conocimiento. Siempre y cuando se adapte el registro utilizado al público al que va dirigido.
En primer lugar, a través de uno de los blogs a los que sigo, Brian Pickings,  descubrí un grupo llamado They May Be Giants que hace canciones con contenido científico y que edita unos vídeos con una producción muy cuidada. Las canciones son sencillas, bonitas, algunas incluso pegadizas.  Por ejemplo, esta "Meet the elements". ¿Quién dijo que aprenderte la tabla periódica fuera aburrido?


Relacionado con los elementos, la semana pasada IBM presentó la que ya ha sido llamada la película más pequeña de la historia. Y es que está hecha de átomos, las partículas microscópicas que forman los elementos del vídeo anterior.  Su título es "A boy and his atom" y dura 1 minuto y 35 segundos. Difrutadla.


Aquí se puede ver el proceso de creación. Realmente fascinante. Más allá del entretenimiento, finalidad de cualquier tipo de película, des de IBM destacan la importancia de poder manipular átomos hasta grado de precisión. La nanotecnología tiene importantes aplicaciones, por ejemplo en la computación cuántica.  Puede que esta nanopelícula no gane ningún premio cinematográfico, pero cuando la gente tenga ordenadores cuánticos en casa, "A boy and his atom" será como hoy "Salida de los obreros de la fábrica".
La NASA editó el siguiente vídeo, para mostrar en tan sólo cuatro minutos, cinco años de los once que dura un ciclo solar. Se supone que este año 2013 es el ecuador de un ciclo solar y que su actividad debería resultar máxima. Pero las observaciones no indican eso. ¿A qué puede ser debido esto? Aquí la respuesta de la NASA.

Y ya que estamos en el espacio, otro vídeo de la NASA. Esta vez del último paseo espacial que realizaron la semana pasada dos astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS, sus siglas en ingles). Hubo una fuga de amoníaco del sistema de refrigeración de un generador unido a uno de los paneles solares de la Estación, y se tuvo que arreglar.  Siempre que veo imágenes de este tipo tengo que hacer el esfuerzo para pensar que no se trata de 2001: Una odisea en el espacio, por decir una de las muchas películas con paseos espaciales; son astronautas reales,  suspendidos a 400 km de la Tierra,  que mantienen la sangre fría como aquél que se sube a la escalera de su casa para cambiar una bombilla. La operación, según la NASA, fue un éxito. Los dos astronautas ya deben saber lo que es estar frente a la  inmensidad.

 

Aunque estos astronautas de la Estación Espacial Internacional también tienen tiempo para desarrollar su faceta más artísitca. Y justo hoy el astronauta Chris Hadfield lo ha demostrado, colgando este vídeo en el que interpreta "Space Oddity" a modo de despedida ya que su misión espacial ha acabado. ¿Se podía imaginar Bowie un videoclip mejor para su canción? 

 


jueves, 2 de mayo de 2013

La doble hélice, 60 años de un icono

La semana pasada se celebró el 60 cumpleaños del descubrimiento del ADN. En realidad se conmemoraba la publicación en la revista Nature del paper donde se describía la estructura de la molécula de ADN. Este paper fue escrito por los ya archiconocidos James Watson y Francis Crick. Por este trabajo, los dos científicos y su jefe Maurice Wilkins obtuvieron el premio Nobel unos años más tarde. Este descubrimiento,  fundamental en la historia de la biología y de la ciencia en general, fue posible a una fotografía con rayos X que había realizado una cristalógrafa llamada Rosalind Franklin, la cual se quedó sin tan magnifico reconocimiento debido a su fallecimiento antes de la entrega del premio. La historia, con sus ramalazos machistas,  muchas veces se olvida de ella. Pero su trabajo fue el inicio de este importante descubrimiento.

En ese paper que publicó Nature, Watson y Crick describieron el ADN como una doble hélice, es decir, dos cadenas antiparalelas que se entrelazan entre sí como si de un muelle se tratara. Detrás de esta simple descripción, hay toda una explicación bioquímica de por qué se mantienen enlazadas las cadenas y por qué son antiparalelas y lo que resulta más fascinante, cómo es que en ella reside la capacidad de la vida de autoreplicarse. No es mi intención explicarlo aquí. Otros lo hacen mejor en otros ámbitos.

La doble hélice ha ido más allá de la biología para convertirse en un icono. Es una imagen que resulta ya tan reconocible, que cualquiera la puede identificar sin necesidad de saber qué es exactamente.  Ahí van algunos ejemplos de como la famosa estructura hallada por Watson y Crick y Franklin ha traspasado lo científico y es ya parte de nuestro imaginario colectivo.
Uno de los ámbitos que más ha aprovechado el tirón de la doble hélice ha sido la publicidad, y en concreto la publicidad de cosméticos. Dentro vídeo:


¿Os ha dado tiempo a verla? Está ahí, rodeando el elixir de la juventud. La doble hélice es ya un recurso habitual de las marcas cosméticas. Estos productos ha explotado, como pocos lo han hecho, la genética como reclamo publicitario. No se si a esto se le podría llamar alfabetización científica. Siempre y cuando, claro,  se obvien sus metidas de pata. Pero sin duda ha ayudado a propagar a través de los medios que hay una molécula en las células, el ADN, que tiene forma de doble hélice.
Otro ámbito que ha aprovechado la famosa estructura biológica es, por cierto, una disciplina que crea también estructuras. La arquitectura se ha inspirado en la doble hélice para diseñar, por ejemplo, este puente:




Es un puente peatonal de 280 metros de largo que se encuentra en Singapur y fue inaugurado hace 3 años. Diseñado por arquitectos locales y australianos y hecho de acero, ¿hubiera sido impensable antes del descubrimiento de Watson y Crick?

Hay más ejemplos de puentes doble hélice, pero también de otras construcciones. La Murtum Nature Observation Tower está en Austria, mide 27 metros de alto y fue diseñada por el estudio de arquitectura alemán loenhart&mayr. 









Relacionado con la arquitectura, el mundo del diseño no ha sido ajeno a esta inspiración. Estas dos estanterías son un ejemplo. 
MYDNA bookcase by Joel Escalona




Double Helix by Green Woods Forniture, Bristol















Por supuesto, aún hay más: joyas, percheros, lamparas... Pero avancemos. Un ámbito que  no ha explotado mucho, y me extraña, la doble hélice es el de los dibujos animados. Sólo una referencia he encontrado pero es una referencia muy significativa. Veámosla: 


Spielberg utilizó a Mr. DNA para explicarnos la clonación de los dinosaurios a partir de la sangre que contenían los mosquitos fosilizados en ámbar.  Que la doble hélice hubiera sido un dibujo animado hubiera podido ser un parámetro para valorar su alcance como icono cultural, más allá de la biología. De momento, sólo es una personaje secundario de una película.

Así pues,  aunque la doble hélice no haya alcanzado el estatus de icono de nuestro tiempo, como el retrato que le hizo Warhol a Marilyn o la fotografía del Che, la doble hélice es sin duda la imagen de la ciencia. Aunque este honor está bastante reñido con la fórmula de Einsteino con el modelo atómico de Rutterford. Sea como fuere, el caso es que  esta estructura descubierta ahora hace 60 años ha trascendido más allá del mundo científico y posiblemente ni Rosalind Franklin, que fue quien primero la fotografió, ni Watson ni Crick que supieron hallar una explicación a esa imagen, imaginaron nunca que tuviera una repercusión más allá de la estrictamente científica.

martes, 26 de marzo de 2013

A propósito de "Marcados por los genes"

Empiezo a leer el reportaje "Marcados por los genes" de Luís Miguel Ariza,  que se ha publicado este fin de semana en el suplemento dominical de un periódico. Cuenta cómo nuestra información genética, que es la información más personal y por ello más sensible y delicada que nos identifica, puede estar al alcance de cualquiera.  De un cualquiera bueno, por ejemplo de un investigador que estudia la relación entre un marcador genético y el cáncer de colon o de un médico que te avisará de que tienes un factor de riesgo del 60% de sufrir Alzheimer. Pero esa información también puede ser ojeada por un cualquiera malo, por ejemplo un agente de de tu agencia de seguros que te negará una cobertura total o de tu jefe puñetero que te podrá despedir por ese riesgo tan elevado a sufrir cáncer y alegará una reestructuración interna de la empresa y ciao. Un cualquiera malo también puede ser un hacker informático que puede vender esta información a otro cualquiera más malo. Uffff. Acabo de leer el reportaje. Me entran temblores, sudoraciones y palpitaciones. Mi sistema nervioso simpático está a tope. Típica reacción de alerta. Seguro que hasta se me han dilatado las pupilas. Y es que he sentido miedo.
Vale, me digo, relájate que no es para tanto, es otra falsa alarma para crear expectación y bordar un reportaje periodístico; para tener un buen tema y que te publiquen el domingo. ¿Cómo van tus datos genéticos a estar colgados en Internet? ¿Cómo se va a enterar tu mutua? Ciencia ficción, seguro. Pero se ve que no, se ve que ya pasa en EE UU, el país dónde primero pasa todo. Al parecer allí que ya hay denuncias por discriminación genética. Entonces no es broma, pienso. Además, según informa el reportaje, son cada vez más las personas que piden que se descifre su genoma y quieren saber de qué morirán. Para ir dejando testamento, imagino. Yo no se si querría que se descifrara mi genoma. Quiero decir, que por una parte si me gustaría para ver si puedo evitarme algún sustillo e ir previniendo futuras compliaciones. Pero por otro lado, pienso que me asustaré y que,  al fin y al cabo, en la vida te pueden pasar muchas cosas, y oye, a lo mejor no te mueres de lo que te dicen los genes. Para qué voy a ir sufriendo innecesariamente. Pero otra cosa es la investigación, claro. Me pongo a pensar que hace falta que se descifren genomas de la gente para detectar y mapar en los cromosomas aquellas regiones involucradas en la enfermedades que nos acechan y encontrar un remedio molecular para ellas. La terapia molecular, que será lo más de lo más, cuando se generalice, claro.
Entonces ahora si que estoy hecho un lío, pienso. Vamos a ver: me asusto o no me asusto. La información genética se debe colgar en Internet o no. Para facilitar la investigación y el intercambio de datos entre investigadores por supuesto que sí. Pero, ay, si la intercepta uno que no tiene esa noble intención, y la vende y se hace negocio con ella y te putean y te discriminan. No me estoy aclarando nada. Vaya con el reportaje...Qué bien que se avance a toda velocidad descifrando el genoma humano o más vale que se ponga el freno y se pensemos qué estamos haciendo, o mejor, qué vamos a hacer con toda esa información.
Acto seguido me vienen más ejemplos en los que el avance científico ha ido de la mano de un, cómo llamarlo, desastre, inconveniente, handicap. La teoría de la relatividad, , los fertilizantes, la máquina de vapor, los transgénicos, la pólvora, la radiactividad, los antibióticos,  y no se cuántos avances científicos y tecnológicos más que han contribuido al progreso de la humanidad. Pero sin dudar un momento, relaciono cada uno de ellos con una contrapartida que hacen que su áurea milagrosa desaparezca más rápido de lo que dura un parpadeo.
Pero tranquilo, me digo, pues hay comités éticos que dilucidan si se hace un buen uso o no de esos nuevos hallazgos, de esas nuevas tecnologías que nos trae el progreso. Claro que, continuo diciéndome, esos comités éticos cómo sabemos que son totalmente imparciales. ¿No son humanos sus componentes y por tanto, vulnerables y proclives al error como cualquier mortal más?¿Quién garantiza que sus decisiones sean las más acertadas?
Voy perdiendo fuelle y me desanimo: seré incapaz de encontrar un respuesta. Debe ser que es imposible que todo vaya bien. Imposible que el progreso científico sea limpio, ético, seguro, justo. Aunque sea ésta su intención. Pero tampoco podemos frenarnos y volver a la edad media. La condición humana debe tener estas cosas. Así que, me digo para tranquilizarme, adelante con descifrar el genoma y prevenir y curar enfermedades. Arrepintámonos de hacer cosas, no de dejar de hacerlas. Ya encontraremos solución a los males que vamos generando por el camino mientras avanzamos por la senda del progreso y la prosperidad. Me quedo sorprendido de mí mismo: pues menuda conclusión saco de todo este embrollo. Y me quedo tan ancho.

jueves, 14 de marzo de 2013

La ciencia es puro teatro (a veces)

El título del post no va con segundas. O sí. El caso es que han llegado hasta mí dos acontecimientos teatrales que tienen a ver con la ciencia. Y he pensado: ya tienes nueva entrada. Antes de hablar de las obras en sí, me gustaría decir que he visto pocas obras teatrales cuyo argumento esté centrado en la ciencia. Digamos que un par. Son pocas sí, pero muy satisfactorias.  Pienso que el teatro tiene un gran potencial para sensibilizar y alfabetizar científicamente. Por sí mismo, el teatro es uno de los formatos artísticos que, para mí, más fuerza tiene, que consigue llegar más al público, impresionarlo más, colpire il cuore como bien dirían los italianos. Unos actores totalmente despojados de efectos disuasorios y artificiosos como los del cine, consiguen transmitir más emoción, más veracidad. Lo cual resulta perfecto para transmitir la realidad de la ciencia y de los científicos, y aún siendo teatro, despojarlos de las falácias y mitos que los envuelven. El teatro humaniza la ciencia, dispersa la niebla que, a pesar de ser cada vez menos densa, impide que la sociedad la aprecie tal y como es.
Decía que habían llegado hasta mí varios acontecimientos teatrales relacionados con la ciencia. Uno de ellos es una adaptación de la obra Re:Design del dramaturgo estadounidense  Creig Baxter, que se representará proximamente en Valencia bajo el título de Darwin (nombre con gan gancho, desde luego). Se trata de una dramatización de la correspondencia entre dos científicos: el archiconocido Charles Darwin y Asa Gray. Este último es tratado como el botánico americano más importante del siglo XIX y fue el introductor de las teorías darwinistas en los Estados Unidos de América. Por tanto, al tratarse de la relación epistolar entre dos científicos, cabe esperar de esta obra no sólo discusiones sobre la evolución, zoología o botánica, sino también sobre el trabajo como científico en un momento de profundos cambios de paradigma. Debió ser una época fascinante comparable con lo que supuso la publicación de la Teoría de la Relatividad de Einstein al principio del siglo XX o lo que supondrá la confirmación del hallazgo del Bosón de Higgs recientemente. Teorías que hacen que veamos el mundo de otra manera y logremos entenderlo mejor. Pero no sólo por eso debe resultar interesante la obra: las cartas son algo tan personal, que supongo que en la obra se podrá captar la verdadera personalidad de estos dos científicos, y tal y como decía al principio, humanizarlos y despejar la visión elitista de la gente que se dedica a la ciencia, ver que no son personajes excéntricos aislados del mundo, sino todo lo contrario, muy preocupados por todo lo que les rodea e influenciados por su estado de ánimo, por su família, sus amigos, por su día a día. La obra se pondrá representará en el teatro Flumen de València y está promovida por la Càtedra de Divulgació de la Ciència de la Universitat de València, institución que lleva a cabo una gran y variada labor divulgativa.


Otro de los eventos teatrales que han motivado este post es la lectura dramatizada de Copenhaguen de Michael Frayn, que narra el encuentro entre los físicos Neils Bohr y Werner Heisenberg que tuvo lugar justamente en la capital danesa el año 1941. No hay documento ninguno que relate lo que en ese encuentro se habló, pero debió ser significativo porqué poco después los dos científicos que habían sido grandes amigos, dejaron de hablarse. Bohr, que era judío, huyó de Dinamarca al ser ocupada por los nazis  y fue a parar a Los Alamos, donde el ejercito americano estaba desarrollando el proyecto Manhattan del que salió la bomba atómica. Por su parte, Heinsenberg estuvo a cargo del proyecto nazi para construir también la bomba atómica.  Se representará el día 19 en el Campus de la Comunicació de la Universitat Pompeu Fabra. Yo tuve ocasión de verla cuando se representó, hace un par de años, en la sala petita del TNC. Fue un montaje acertadísimo y la obra está tan bien escrita y estructurada que me mantuvo enganchado hasta el final. La presencia de un tercer personaje, la esposa de Bohr, también es fundamental para entender los dilemas a los que se enfrenta su esposo y si revelarle sus descubrimientos a Heisenberg o no. Un thriller en toda regla que permite reflexionar sobre los problemas éticos de los descubrimientos científicos. ¿Es Bohr responsable de la fabricación de la bomba atómica? ¿Hasta dónde llega la culpa de la ciencia en los usos que se dan a sus avances? ¿Progreso significa peligro?


Hablando de lecturas dramatizadas, y para ya bajar el telón , tuve ocasión de asistir a la de la obra Oxygen, de Carl Djerassi y Roald Hoffmann, que tuvo lugar en el Museu Blau a raiz del año internacional de la química que fue el 2011. Una obra brillante, ágil, divertida. Discurre paralelamente entre el Estocolmo de 2001, cuando el comité Nobel de Química tendrá que decidir a quien otorga el "Premio Nobel Retrospectivo de Química" y de 1777, momento en que se reúnen los científicos C. Lavoisier, J. Priestley,  P.B. Sheele y sus respectivas esposas convocados por el rey de Suecia para que expongan sus hallazgos sobre este importante gas. Una competición imaginaria pero que consigue mostrar la influencia, ocultada muchas veces por los cronistas, de las mujeres en los progresos científicos. Además de mostrar una pincelada de como deben ser las reuniones que deciden a quién otorgar los famosos premios suecos. Doble interés, doble acierto. No tengo constancia de que se represente proximamente. Una lástima.


En definitiva, es facil hacer el paralelismo de la ciencia como teatro, no entendido como farsa y mentira, sino como un drama que se desarrolla con un argumento que surge de la necesidad de entender y a través de unos actores, los científicos, que en definitiva trabajan para la satisfacción de un público, la sociedad, nosotros. Y cualquier estímulo que consiga despertar interés y fascinación por la ciencia y logre mostrar una imagen acertada de ella debe ser muy aplaudido, nunca mejor dicho. ¡Más teatro científico, por favor!