miércoles, 23 de diciembre de 2015

La isla de Manitoulin (a propósito de "En movimiento" de Oliver Sacks)

Será por su interés por las ciencias naturales, o por su homosexualidad, o tal vez será porque describe la pérdida de su madre como el episodio más doloroso de su vida, o incluso puede que haya sido por su pasión por la lectura, o puede que haya sido debido a una atracción sexual hacia él (sólo hay que verlo con chupa de cuero y montado en su BMW); sea por lo que fuere, he conectado de una manera espectacular con Oliver Sacks. Sin conocerlo personalmente he llegado a pensar en él como en un amigo, y en ocasiones, durante estas tres últimas semanas en las que he podido disfrutar de la lectura de sus memorias, tituladas En movimiento, he intentado imaginarme qué hubiera hecho Oliver ante tal o cual situación, o cómo hubiera afrontado Oliver las zancadillas que la (mala) suerte me ha ido poniendo recientemente.

Es mágico, por ser raro y único y por despertar sensaciones poco habituales, cuando encuentras un libro que te hace replantearte a ti mismo. Y me refiero, obvio, a algo más que la auto ayuda. Pocos libros, los cuales podría contar con los dedos de mi mano,  han influido en mí de esa manera. En movimiento me ha hecho conocer de otra manera al admirado Dr. Sacks, me ha hecho entender cómo ha llegado a ser tan fundamental en la historia de la neurología y, en general,  de la divulgación científica, a la vez que ha mostrado, y aquí soy consciente de meterme en el tópico, su lado más humano. Sabía que era un neurólogo excepcional, uno de esos científicos que consiguen expresar con tanta claridad y belleza sus ideas, que hacen que los científicos más academicistas sean reticentes en valorar su trabajo, por considerarlo más cercano a la subjetividad de la literatura que a la objetividad científica.

El mismo Oliver se refiere a este hecho en varios momentos del libro y relata su extrañeza al ingresar en Oxford, pues allí empezó a notar la división entre los que estudiaban ciencias o medicina, y el resto de estudiantes de la prestigiosa universidad británica. Este asombro era debido a que Oliver, de siempre, había mostrado igual predilección por los libros que por los experimentos de química (como queda reflejado en otro libro suyo de memorias, El tío Tungsteno). Él mismo lo relata así: "En St. Paul's School, (...), disfrutaba de una mezcla natural de artes y ciencias. Fui presidente de nuestra sociedad literaria y al mismo tiempo secretario del Field Club de botánica. Esa mezcla fu más difícil en Oxford, pues el departamento de anatomía, los laboratorio de ciencias y la Biblioteca Científica Radcliffe se concentraban en South Parks Road, a cierta distancia de las salas de conferencias y las facultades de la universidad. Había una separación tanto física como social entre los que hacíamos ciencias (...) y el resto de la universidad". 

¿Por qué se empeñaba la universidad, y lo sigue haciendo,  en crear compartimentos estancos entre estas dos culturas? Además, hoy en día esta barbaridad se agrava desde mucho antes,  pues la separación empieza ya en la enseñanza media, cuando en el instituto el alumnado ha de escoger sus itinerarios formativos: ciencias o letras.  Pero Oliver, volviendo a nuestro protagonista, logró sortear este obstáculo al descubrir la Biblioteca Bodleiana, descrita en sus memorias como un refugio para él, donde pudo profundizar en el que sería su primer sujeto sobre le cual empezó a escribir sus historias clínicas. Unos perfiles a los que Oliver quiso dotar de un contenido más allá de los meros datos clínicos, fijándose y describiendo otros aspectos y facetas de la vida de sus pacientes. Algo que continuaría haciendo a lo largo de toda su carrera como neurólogo y que daría pie a su primer libro, Migraña, y a Despertares y El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, por citar dos de sus obras más renombradas.

Oliver es pues  alguien excepcional, tan necesario en la cultura del siglo XX que debe ser un ejemplo de cómo ciencia y cultura pueden y deben volver a enlazarse, pues una no puede entenderse sin la otra. Pero no solamente por eso he querido reseñar En movimiento, no tan solo por su valor de unión y simbiosis de las dos culturas y como ejemplo de puente posible y necesario entre ellas. También porque sus reflexiones son tan humanas y universales, que no hacen sino enriquecer el legado de este médico. 

En uno de los pasajes, por ejemplo, cuenta que en el verano de 1979 se retiró a la isla de Manitoulin para intentar terminar uno de sus libros y, a la vez, ejercer otras de sus pasiones: nadar, pensar y escuchar música. Cómo de afable y de entrañable debería resultar el Dr.Sacks, que los lugareños le ofrecieron ser el substituto del médico de la isla, que se acababa de jubilar. Al parecer Oliver estuvo dándole vueltas a la propuesta y finalmente la denegó. Treinta años después, todavía se preguntaba qué hubiera sido de su vida de haber aceptado aquel ofrecimiento. Y es que, ¿quién no ha tenido nunca su propia isla de Manitoulin y se ha interrogado sobre las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida?

Más allá de multiplicar mi admiración por Oliver Sacks debida a su significación al tender lazos entre diferentes disciplinas e iluminar nuevos caminos en la neurología,  En movimiento ha hecho que me suba a mi BMW R60 particular y siga recorriendo las carreteras de mi mapamundi vital. Y así conseguir estar siempre en movimiento. Tal y como Oliver me hubiera aconsejado.

En movimiento. Una vida, está publicado por Anagrama.
 Primera Edición. Noviembre de 2015





jueves, 5 de noviembre de 2015

Varios artistas

Quién mucho abarca, poco aprieta. Popular dicho con el que no estoy nada de acuerdo. Abarco mucho y aprieto todo lo que puedo. Porque,  ¿quién es quién para decirme a mí qué es y qué no es apretar poco o abarcar mucho? ¿Es que nadie ha oído hablar de la multitarea?

Todo esto viene a colación debido a la escasez de entradas de este blog. Posiblemente muy pocas personas, por no decir nadie, se habrá dado cuenta. No pasa nada. Os sabré perdonar. Pero la verdad es que escribiendo para otros, hay poco tiempo para mí. Y es por eso que he querido poner remedio a la escasez de las 2 Ces con este post-parche. Voy a compartir dos entrevistas que hice a dos artistas que tienen en común su residencia en Hangar, ese sitio barcelonés de referencia para la creación y la experimentaición artística contemporánea.
La primera entrevista fue a Andrea Gómez para la revista Faaan! Estoy contento con el resultado, pues he sido capaz de entender su obra y el proceso creativo que hay detrás. Al parecer, la artista no tiene la misma opinión sobre el texto; nunca obtuve respuesta cuando le pregunté qué le había parecido. Tampoco la compartió en sus redes sociales, con lo significativo que es ésto. En fin. Pasen y vean. Y juzguen. 


La otra entrevista que comparto ha tenido mejor acogida por parte del entrevistado, Sebastián Cabrera. Lo sé porque él sí compartió en su Facebook, oh aleluya, gran detalle para tranquilidad mía. La hice por encargo de la plataforma on-line de la revista Metal, es decir, para Daily Metal. La obra de Sebastián es muy analítica y gira al rededor de la requetesobre abundancia de imágenes y de lo efímeras que resultan en nuestro día a día y sobre todo en nuestra manera de comunicarnos. Para ello utiliza el vídeo, pero también la pintura, algo que en principio me chocó bastante. 


Voy a seguir abarcando y apretando un rato.

Paramount Mountain / Sebastián Cabrera


jueves, 13 de agosto de 2015

Diatomeas en el museo de arte

Richard Hamilton ha vuelto al Macba. Su famosa instalación Growth and Form se puede visitar en el museo barcelonés dentro de la exposición que se ha montado para mostrar sus nuevas adquisiciones. Todo un detalle, pues son suyas y también nuestras: el museo es público y su colección patrimonio ciudadano. Aunque parece ser que no se sabe cuánto se ha gastado el museo en ampliar su colección. Ejem.

El caso es que las piezas de Hamilton se han expuesto recreando fielmente la muestra que en 1951 el propio artista montó en el ICA de Londres. He visto imágenes de aquella exposición y la verdad es que la recreación es idéntica, salvo por los plasmas que se han utilizado en esta ocasión. Chapó. Al entrar el otro día en la sala del Macba fue como viajar en el tiempo. Una emoción que debo agradecer a los organizadores del montaje.

Aparador con diferentes objetos, entre los que hay un cráneo, huevos y una estructura atómica


Aquello que Hamilton hizo en 1951 fue un hito por la novedad que suponía exponer arte así. No me centraré tanto en eso, sino en la temática de las obras. Growth and Form fue inspirada de alguna manera  en una obra del zoólogo y matemático escocés D'ArcyWentworth Thompson titulada de la misma manera que la exposición,  On Growth and Form. En ésta obra publicada en 1917, el científico trató de explicar los patrones matemáticos que había detrás de las formas biológicas. Tampoco entraré en analizar la repercusión dentro del campo de la biología evolutiva, por su posicionamiento respecto el papel de la evolución como causa principal de las formas de los organismos vivos.  Un trabajo muy respetado y valorado por la comunidad científica y también por ingenieros, arquitectos y artistas, como Hamilton.


En el Macba se pueden ver esculturas que recuerdan (al menos a mí) a las diatomeas, un cráneo de un caballo, huevos de diferentes especies, la radiografía de la aleta de una foca, un nautilus, y dos vídeos sobre la formación de un cristal y el desarrollo de una célula de un erizo de mar, entre otros objetos. Hoy en día puede que no nos choque tanto, pero en los años 50, mezclar estos elementos de tan diferente procedencia tuvo que resultar innovador. ¡Aunque no creo que más que organizar una exposición de flores! Que es precisamente es lo que hizo el  MoMA con los híbridos de Delphiniums de Edward Steichen en 1936. Es decir, la naturaleza como fuente de inspiración de artistas está muy bien. Pero es que Steichen, por ejemplo, manipuló las plantas para obtener su obra. Eso es ir ya un paso más allá, ¿no creéis?

Una de las esculturas de Hamilton que me recuerdan a una diatomea


Hoy en día, los artistas que se interesan por la ciencia ya no solamente buscan la inspiración en la naturaleza, sino que se meten directamente en los laboratorios y utilizan técnicas propias de la biología molecular. Eduardo Kac acuñó el término que los engloba: bioartistas. Bajo esta etiqueta, muy amplia y heterogénea, hay diferentes técnicas y temáticas. Pero es interesante recalcar como ya no es solo inspiración lo que van buscando en la ciencia, sino que a partir de la práctica artística consiguen revolver las entrañas de la mismísima ciencia. El propio Kac, o Koen Vanmechelen, o Heather Dewey-Hagborg, por citar algunos bioartistas, reflexionan sobre los avances científicos hoy en día.


Ya no les basta con fijarse en la bella estructura de las diatomeas o culquier otra estructura orgánica y recrear esculturas que se les asemejen, ya no hay solamente inspiración en la vida. La combinación arte-ciencia hoy en día trata de la vida en sí. La vida es su propio material de trabajo. Por eso, al visitar Growth and Form en el Macba se siente admiración por lo que significó y por su belleza,  pero ver diatomeas en un museo de arte ya no es representativo del momento en el que se debería encontrar  el arte contemporáneo, y especialmente el bioarte, en la actualidad.

Cartel original de la exposición de Growth and Form en el ICA (1951)

Fotografías: Toni Chaquet




miércoles, 13 de mayo de 2015

Universo, mon amour

Cuando vi Dependable Relationship, el collage de Eugenia Loli, se me vino a la cabeza la serigrafía en la que Alex Trochut retrataba a John Talabot y a la que ya hice referencia en una entrada anterior en Las 2 Ces. El Universo antropomorfizado tiene, parece ser, una fuerza más que magnética que lo hace ser recurrente entre los artistas. Así que movido por la curiosidad quise conocer un poco más a esta artista, a Eugenia Loli,  y en su Tumbrl descubrí más collages, algunos tan oníricos como el anterior y otros algo más sarcásticos. 
El espacio exterior goza de una presencia muy destacada en la obra de esta collagista. Ella misma afirma tener influencias de Magritte, del dadaísmo y del pop-art. Y es que fueron las vanguardias quienes trajeron esta técnica artística que ha permanecido vigente como reflejo de la importancia de la imagen  en nuestra cultura.
Por supuesto, los títulos de las obras de Loli son más que sugerentes, y diría que parte fundamental para entenderla. Así, Dpendable Relationship es perfecto para ilustrar como vivimos en una relación perpetua, intrínseca o como el título del collage dice, confiable e incluso, para algunos de nosotros, cariñosa con el Universo. ¿O acaso no lo sentís así?

A permanent relationship

Affectionate Relationship

Oh, m'amour






martes, 17 de marzo de 2015

El arte de las plantas


Hay quien tiene plantas como quien tiene un mueble o un cuadro, y las irá cambiando de sitio según cambie su estado de ánimo, algo muy parecido a lo que hacen quienes las tiene por el feng shui,  que también las irá cambiando de lugar hasta encontrar el ansiado equilibrio energético de su hogar;  en cambio, otros las tendrán para que les hagan compañía y les cantarán y les contarán sus penas, o algunos simplemente no le sabrán encontrar un por qué al hecho de tener plantas o dirán que las tienen porque sus madres también las tenían. Y, más recientemente,  habrá quienes digan que las tienen porque es lo que se lleva. 
Pero quien más partido les ha sacado a las plantas son, a mi entender, los artistas. Oh, sí señor. Ellos han encontrado en estos sigiloso seres vegetales algo muy preciado: la inspiración. Y por ello el reino vegetal ha campado a sus anchas a lo largo del vasto campo del mundo del arte: naturalezas muertas, nenúfares y girasoles impresionistas, bosques románticos, flores pop. No es éste un lugar para hacer un análisis de tal relación, pero sí lo es, en cambio, para recomendar un libro editado hace muy poquito que refleja la relación entre el arte contemporáneo y las plantas y que a la gente de buen gusto le va a encantar, tenga o no plantas: es Strange Plants II. En él, la editora Zio Baritaux explora en la relación que hay entre una treintena de artistas contemporáneos, tatuadores incluidos,  con las plantas y cómo éstos las representan en sus obras y como éstas les inspiran, influyen en su obra y en sus vidas.
Por ésta joyita de  libro desfilan artistas como Ren Hang, Francesca DiMattio, Stills&Strokes, Zin Taylor, Misha Hollenbach o Katarina Janeckova. Y más allá de conocerlos o no, resulta interesante por dar a conocer su punto de vista sobre las plantas y ahondar así en la relación entre arte y naturaleza. Un muy trabajo casi diría yo que de comisionado.
El libro es la segunda parte de Strange Plants, editado también por la misma Zio Baritaux y que según ella nació a partir de la gente que fue conociendo al editar el primero. Como he dicho ya, Strange Plants II se ha publicado recientemente, ha sido diseñado ni más ni menos que por Folch Studio y se presentó en sociedad la semana pasada en la tienda de zapatos About Arianne de Barcelona. Se puede adquirir en la web de la editora. Y vale tanto la pena tenerlo como tener una planta bonita. O más.












miércoles, 11 de febrero de 2015

Uma y Orlan: dos caras de una misma moneda

Lunes por la mañana. Uma se levantó  como todas las mañanas para llevar a sus hijos al colegio, fue al baño, se lavó la cara, se miró al espejo por enésima vez desde la operación y sintió esa sensación de que a partir de ese día todo iba a cambiar. Y efectivamente, cambió. Por la tarde, en vez de ir a recoger a los niños al colegio, mandó a la niñera, ya que ella se tuvo que preparar para asistir a una premiere. Iba impecable; había elegido un vestido negro porque, según su assistant,  hacía que destacara su blanca piel y pareciese más tersa, además de estilizar su figura. "Estás buenorra Uma, van a flipar!!" fueron en realidad las palabras del assistant. Y así fue. Todo el mundo flipó con el cambio de aspecto de Uma. Nada más pisar la alfombra roja, los flashes empezaron a bombardearla indiscriminadamente. Ella aguantó el tipo con mucho aplomo. Estaba segura de lo que había hecho. Tan sólo se había hecho unos pequeños retoques más. Pero los redactores no lo tenían todas consigo. Unos a otros se daban codazos, en plan: "¿oye, qué coño se ha hecho esta mujer? ¿Es Uma? ""No puede ser", exclamaban. "Uma, no, tu también no!!"



Y así es como todos hemos vuelto a debatir sobre si cirugía plástica sí, cirugía plástica no. Que qué necesidad tenía Uma de hacerse esto, que vaya estropicio, con lo atractiva que era, con lo inteligente que la hacíamos todos, con el pedazo de mujer (y de actriz, claro) que era, que es que ya no es ella, ¡¡esa mujer ya no es Uma!! Y seguimos:  que si pues vaya que fea está, que si era mucho más guapa antes, ¿y se debe reconocer cuándo se mira al espejo?

Todos estos comentarios gratuitos y banales, propios de una tertulia de mediodía, son lógicos y muy legítimos. Pero en realidad, nunca sabremos la respuesta. Sólo Uma sabe por qué cojones se ha cambiado la cara. En alguna parte he leído  que es porqué sufre un trastorno psicológico que se llama dismorfobia, que consiste en qué uno no se reconoce como en realidad es cuando se mira al espejo,  y en otro lado he leído que ha sido un arrebato de rabia porqué en algunos medios de USA la han puesto a caldo por no acoplarse a los cánones de belleza del Hollywood más puro. Supongo que ahora saldrán a la luz teorías múltiples sobre el tema. Igual que pasó con Renée Zellweger. Aunque ella sólo dijo, al ser preguntada, que ahora había empezado a seguir una vida mucho más saludable y que estaba feliz. No se qué tienen que ver la velocidad con el tocino, pero bueno, ella dijo eso y ciao.
También han ido apareciendo críticas mucho más serias, sobre todo por parte de las feministas: ya se sabe, las mujeres se sacrifican para ser tan bellas como la sociedad espera que lo sean, o que lo hacen porque la industria del cine las presiona para que se mantengan jóvenes si quiere todavía trabajar. Pero ojo, esto que ha hecho Uma,  que muy pronto será acuñado con la expresión " se ha hecho un Renée", no solamente es cosa de mujeres. El ídolo pop más ídolo de la historia, Michael Jackson, cambió de piel, literalmente, y de nariz. Y que yo recuerde también Stallone, Mickey Rourke y Michael Douglas. Por citar unos cuantos actores, que son los que más dan la cara en este aspecto. Porque estoy seguro que hay otros acaudalados señores, aunque no tan mediáticos,  que también han sentido el afilado bisturí sobre sus rostros.
Así pues, no es solamente cosa de género. Tiene que haber algo más. Miedo a envejecer, deseo de tener los labios más prominentes,  querer la barbilla más perfilada, verse los pómulos más rechonchos. No se, igual es verdad que esta gente sufre un trastorno psíquico y hace estas cosas. 
Pero, ay, en estos días de polémica, nadie se está acordando de la mujer que hizo de esto, de las operaciones de cirugía plástica, un arte. Efectivamente, Orlan, la transgresora artista francesa, laureadísima y reconocida como la primera artista en utilizar su cuerpo como si de un lienzo o un trozo de mármol se tratase, se sometió en 5 años a 9 operaciones de cirugía plástica. Todas ellas fueron grabadas y retransmitidas por satélite o proyectadas en los Museos de Arte Contemporáneo. En dichas grabaciones se puede observar como ella, no solamente está consciente, sino que recita algunos versos y sonríe a la cámara e incluso luce modelitos que Issey Miyake o Paco Rabanne le diseñaron espresamente.


Actualmente en la cara de Orlan hay rasgos de varios personajes femeninos: la barbilla de la Venus de Boticelli o la frente de Monalissa de Leonardo, por ejemplo.  Ella dice que lo hace como práctica artística para mostrar su rechazo a los cánones de belleza estándares, pero el caso es que la cara de Orlan ya no es su cara. ¿O sí? ¿Es menos cara la de Uma que la de Orlan? ¿Habrá sufrido Orlan las críticas que han sufrido Uma y Renée? Seguramente sí. Pero Orlan es Caballera de la Órden las Artes y de las Letras de la República Francesa, y Uma, bueno, a Uma a lo mejor ya no la vuelven a invitar al Festival de Cannes. 
¿Dónde está la frontera que separa lo que es arte de lo que es una chapuza? ¿Es realmente una chapuza lo que se ha hecho Uma? Si no la conociéramos de antes, ¿diríamos que Uma es fea?Indistintamente de que te guste más o te guste menos, las dos mujeres se han sometido al mismo proceso. Entonces, ¿Orlan sigue siendo Orlan pero Uma ya no es Uma? ¿Orlan es digna de ser expuesta (bueno, sus performances, sus fotografías) en el Pompidou y Uma tiene que ser linchada por la opinión pública?
Además de tener en su rostro elementos de varias obras de arte, Orlan presenta actualmente dos prominencias en su frente, como si de pequeños cuernos se tratara. Algo que copió Lady Gaga para una de sus múltiples transformaciones  ¿Dónde está el límite de la cirugía plástica? Porque, que yo sepa, todos los seres humanos (la gran mayoría) tenemos dos orejas, dos ojos, pero no dos bañas. ¿Sigue siendo Orlan humana? Interesante el debate que ha querido generar la francesa practicándose este sutil cambio, que se engloba dentro del bioarte.
Después de la premiere, una limusina devolvió a Uma a su casa. La canguro ya había acostado a los niños, pero ella igualmente quiso pasar a verlos. El mediano, que todavía estaba esperándola despierto, le dio un beso en la mejilla a su madre y le dijo: "buenas noches, mamá. Te quiero". Uma se acostó cansada pero con la alegría de alguien que ha alcanzado su sueño y la ilusión de haber empezado una nueva etapa en su vida, tal vez sin preocuparle demasiado lo que de ella diría la opinión pública al día siguiente.



lunes, 19 de enero de 2015

David fluye

David Altmejd es un artista canadiense que, además de Bellas Artes,  estudió biología. O al menos eso es lo que algunas fuentes afirman. No lo he podido corroborar todavía. Pero lo que si está claro es que ésta ciencia ha inspirado su obra. No hay más que darse un garbeo por el Museo de Arte Moderno de París para visitar Flux, la retrospectiva de éste artista,  para darse cuenta de ello.
Nada más entrar ya te encuentras rodeado de seres fantásticos, gigantes que aguantan estoicamente el escrutinio y los selfies de los visitantes. Destacan estas esculturas por su belleza orgánica conseguida con materiales como el látex, la resina, el acero, la pintura acrílica además de pelos y cuarzo.  Y lejos de quedarse en la superficie de estas esculturas, David ha permitido en muchos casos que veamos su interior, como si de una práctica de anatomía de una facultad de ciencias se tratase. Aunque lejos de ver órganos y vísceras, vemos tejidos que en muchos casos recuerdan algo inorgánico, como rocas y minerales. Y es que, como bien es sabido, los elementos químicos de los que están formados los tejidos vivos son también los constituyentes de la materia inorgánica. Como si David nos tratase de recordar que hay un flujo entre lo vivo y lo inerte, que existe una conexión entre estos dos estadios de la materia y que nosotros somos sus meros transportadores por ese devenir.
No solamente las colosales esculturas y los bellos bustos de David simbolizan este fluir. También sus cajas de plexiglás, tremendas y bellas instalaciones oníricas, en las que hay una sensación de conexión entre los diferentes elementos contenidos en ellas.  Aves, figuras humanas y otras criaturas, plantas, rocas, todos ellos conectados por hilos que simbolizan ese flujo que da título a la muestra, recreaciones de pequeños ecosistemas que bien podrían ser la plasmación de los sueños del artista, de su imaginación, o de su interpretación de sus muy posibles conocimientos de biología.
















Puedes visitar FLUX en:


Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris

October 10, 2014 - February 01, 2015

Mudam Luxembourg Musée d'art Moderne Grand-Duc Jean
December 17, 2014 - May 31, 2015
Musée d'art contemporain de Montréal
June 11 - September 6, 2015
O en la web del artista: http://www.davidaltmejd.com/
Fotos: Toni Chaquet