jueves, 13 de agosto de 2015

Diatomeas en el museo de arte

Richard Hamilton ha vuelto al Macba. Su famosa instalación Growth and Form se puede visitar en el museo barcelonés dentro de la exposición que se ha montado para mostrar sus nuevas adquisiciones. Todo un detalle, pues son suyas y también nuestras: el museo es público y su colección patrimonio ciudadano. Aunque parece ser que no se sabe cuánto se ha gastado el museo en ampliar su colección. Ejem.

El caso es que las piezas de Hamilton se han expuesto recreando fielmente la muestra que en 1951 el propio artista montó en el ICA de Londres. He visto imágenes de aquella exposición y la verdad es que la recreación es idéntica, salvo por los plasmas que se han utilizado en esta ocasión. Chapó. Al entrar el otro día en la sala del Macba fue como viajar en el tiempo. Una emoción que debo agradecer a los organizadores del montaje.

Aparador con diferentes objetos, entre los que hay un cráneo, huevos y una estructura atómica


Aquello que Hamilton hizo en 1951 fue un hito por la novedad que suponía exponer arte así. No me centraré tanto en eso, sino en la temática de las obras. Growth and Form fue inspirada de alguna manera  en una obra del zoólogo y matemático escocés D'ArcyWentworth Thompson titulada de la misma manera que la exposición,  On Growth and Form. En ésta obra publicada en 1917, el científico trató de explicar los patrones matemáticos que había detrás de las formas biológicas. Tampoco entraré en analizar la repercusión dentro del campo de la biología evolutiva, por su posicionamiento respecto el papel de la evolución como causa principal de las formas de los organismos vivos.  Un trabajo muy respetado y valorado por la comunidad científica y también por ingenieros, arquitectos y artistas, como Hamilton.


En el Macba se pueden ver esculturas que recuerdan (al menos a mí) a las diatomeas, un cráneo de un caballo, huevos de diferentes especies, la radiografía de la aleta de una foca, un nautilus, y dos vídeos sobre la formación de un cristal y el desarrollo de una célula de un erizo de mar, entre otros objetos. Hoy en día puede que no nos choque tanto, pero en los años 50, mezclar estos elementos de tan diferente procedencia tuvo que resultar innovador. ¡Aunque no creo que más que organizar una exposición de flores! Que es precisamente es lo que hizo el  MoMA con los híbridos de Delphiniums de Edward Steichen en 1936. Es decir, la naturaleza como fuente de inspiración de artistas está muy bien. Pero es que Steichen, por ejemplo, manipuló las plantas para obtener su obra. Eso es ir ya un paso más allá, ¿no creéis?

Una de las esculturas de Hamilton que me recuerdan a una diatomea


Hoy en día, los artistas que se interesan por la ciencia ya no solamente buscan la inspiración en la naturaleza, sino que se meten directamente en los laboratorios y utilizan técnicas propias de la biología molecular. Eduardo Kac acuñó el término que los engloba: bioartistas. Bajo esta etiqueta, muy amplia y heterogénea, hay diferentes técnicas y temáticas. Pero es interesante recalcar como ya no es solo inspiración lo que van buscando en la ciencia, sino que a partir de la práctica artística consiguen revolver las entrañas de la mismísima ciencia. El propio Kac, o Koen Vanmechelen, o Heather Dewey-Hagborg, por citar algunos bioartistas, reflexionan sobre los avances científicos hoy en día.


Ya no les basta con fijarse en la bella estructura de las diatomeas o culquier otra estructura orgánica y recrear esculturas que se les asemejen, ya no hay solamente inspiración en la vida. La combinación arte-ciencia hoy en día trata de la vida en sí. La vida es su propio material de trabajo. Por eso, al visitar Growth and Form en el Macba se siente admiración por lo que significó y por su belleza,  pero ver diatomeas en un museo de arte ya no es representativo del momento en el que se debería encontrar  el arte contemporáneo, y especialmente el bioarte, en la actualidad.

Cartel original de la exposición de Growth and Form en el ICA (1951)

Fotografías: Toni Chaquet