lunes, 23 de abril de 2012

Un Sant Jordi muy científico

Voy a ser muy oportunista y nada original. Voy a hacer una lista con ocho de los libros de ciencia que he leído que me han aportado algo. No se si los podréis encontrar en las librerías, no se si ni siquiera los querréis buscar. Son éstos:


- Notas autobiográficas, de Albert Einstein (Historia de la Ciencia, Alianza Editorial, 2003).

Según yo mismo anoté en la primera página, me lo compré un Sant Jordi de 2006, cuando aún vivía en Valencia. Un libro corto, sencillo, en el que Einstein no habla casi nada de su vida privada sino más bien de todo aquello que le llevó a formular la teoría de la relatividad. Es un libro que Einstein escribió por encargo de su colega P. A. Schilpp. Es pues, un autorretrato científico de Einstein (Schilpp dixit). 
Interesante porque lees de primera mano la descripción de los hechos y las reflexiones de uno de los grandes científicos del siglo XX. Einstein debía ser una gran persona, a parte de un gran científico.



- Historia del tiempo, de Stephen W. Hawking (Austral, Espasa Calpe, 2007). 

Archiconocido. Archipopular. Pero...todo el mundo que dice que lo ha leído, ¿lo ha entendido? Yo confieso: no. De hecho, no lo acabé. Lo tengo pendiente: es de esos libros que sabes que tienes que leer, y que hasta que no lo leas lo tendrás amontonado en la mesilla de noche junto con los libros pendientes de leer.
De esta edición me encanta que el prólogo sea Carl Sagan, y la introducción y comentarios de José Manuel Sánchez Ron. Olé. 
Entonces, ¿por qué lo incluyo en la lista? Lo que leí me pareció bien escrito, pero tal vez lo cogí en un momento que no podía hacerle el caso que merece. Sabéis que los libros necesitan de nuestra atención para ser disfrutados. Así que espero ese momento. Prometo crónica. Lo de explicar el origen del Universo no es moco de pavo, ni debe ser fácil de hacer comprender a la población que tiene poco conocimientos de física. Por eso valoro el esfuerzo de Stephen Hawking con este libro, a pesar de no haberlo terminado de leer.
Por cierto, que ultimamente el señor Hawking ha sido motivo de alguna que otra controversia. Es el precio de la popularidad. Des de luego, su papel como divulgador de la ciencia es admirable. Es ya un personaje de nuestra Cultura, con c mayúscula además.





- El gen egoísta, de Richard Dawkins ( Salvat Ciencia, 1994). 

De clásico en clásico y leo porque me toca. Y me tocó: lectura recomendada por el profesor de ecología de la facultad. Recuerdo que su lectura me fascinó. Mucho más que las clases de ecología de la facultad. En aquella época (estoy hablando del año 2000) estaba totalmente de acuerdo con Dawkins: vivía en un mundo egoísta, y ya sabía por qué. ¡Genial! Después llegó el profesor de etiología, me hizo experimentar con pececitos, me puso unos vídeos de gaviotas , y pensé: Dawkins se ha pasado tres pueblos.
Neo-darwinista hasta la médula. Darwinista heterodoxo. Que más dan las etiquetas. Las ideas actuales de evolución ya no van por ahí, son algo más modulares. Pero el debate que se generó con el libro ya es suficiente para ser considerado un clásico de la literatura científica (toma etiqueta). 
Actualmente, el profesor Richard Dawkins es un ateo heterodoxo y un twittero popular (). ¡Duro con ellos, Richard!



- Deconstruyendo a Darwin, de Javier Sampedro (Drakontos Bolsillo, 2007). 

Dejemos claro que siento verdadera admiración por este hombre. Si tuviera que elegir una persona par compartir una comida, o una cena, lo elegiría a él (estaría entre él y García Dubois, la verdad). Desde que descubrí un verano las columnas de Ciencia Recreativa que escribía en  El País, quedé prendido: inteligencia a raudales. Y ciencia. 
Así que cuando vi que había escrito un libro, me lo compré sin leer ni siquiera el título. Recomendadísimo. Estilo divulgativo al más puro estilo anglosajón, pero en castellano. Todo son ventajas con Javier Sampedro. Con este libro me reciclé evolutivamente. 



- No está en los genes, de R.C.Lewontin, S.Rose y L.J.Kamin (Drakontos Bolsillo,  2009). 

Obviamente no me lo compré por los autores. No conocía a ninguno. Pero si por el subtítulo: racismo, genética e ideología. Engancha, ¿eh? 
Demostrado científicamente: la ideología puede penetrar en la ciencia. El racismo, la inteligencia, el sexismo, tienen que agradecerle a la ciencia su colaboración. Menos mal que los fraudes científicos siempre salen a la luz. Si esto pasara en todos los ámbitos de la sociedad...



- Proust y la neurociencia, de Jonah Lehrer (Paidós Transiciones, 2010).

Este libro es precioso, por como está escrito y por lo que nos cuenta.  Muy interesante: a través de la obra de algunos artistas de renombre vamos entendiendo como funciona el cerebro (entiéndase por artista una persona que escribe, que pinta, que cocina, que compone música).
En palabras de Oliver Sacks es un libro que "tiende un puente entre las dos culturas". El enfoque del libro me parece de lo más original. Es un placer leerlo: mezcla la biografía de algunas de las personas más talentosas de la modernidad, con la divulgación sobre el órgano más misterioso de nuestro cuerpo.  Demostrado: se puede hablar de ciencia, sin hablar de científicos. 



- Ecología y poder, de Beatriz Santamarina Campos (Catarata, 2006).

Este es otro libro que ha hecho que mi punto de vista sobre las cosas cambie. En concreto, mi punto de vista sobre le medio ambiente y la ecología. El "desarrollo sostenible" ya no me parece lo mismo después de leer este libro. Debería ser un best-seller. Debería hacernos cambiar nuestros paradigmas. Dejo ya de decir utopías.



- El ladrón de cerebros, de Pere Estupinyà (Debate, 2010).

Es un libro que cuenta muchas cosas, profundiza en pocas y resulta de lo más entretenido. Me parece que está escrito con mucha gracia. Que Pere Estupinyà ha aprovechado muy bien su beca de la Fundación Kgnith en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (el renombrado MIT) para periodistas científicos. Ha exprimido al máximo la oportunidad de estar en contacto con los proyectos científicos más interesantes que se llevan a cabo en los EE UU y que eso le da al libro un valor añadido que es la actualidad. 
El formato facilita su lectura. Parece ser que se hizo bastante popular. Con lo cual, objetivo cumplido, divulgación asegurada. A pesar que el prólogo lo escriba Eduard Punset, es un libro muy conseguido.
Además Pere Eestupinyà ha sabido publicitarse de lo más bien. 



Ya está: ocho libros de ciencia que han hecho que vea el mundo de otra manera, que me han ayudado a reflexionar, que me han descubierto hechos que desconocía, o que simplemente me han entretenido. Cada cuál tiene su lista. Pero vale la pena hacer el ejercicio de ordenarlos para darte cuenta de como cambiamos con la lectura. Así que elegid bien el libro que regaláis en Sant Jordi. 

lunes, 9 de abril de 2012

¿NOS GUSTAN LAS MATEMÁTICAS?

Las matemáticas tienen mala fama. Salvo contados casos de gente que tiene una capacidad innata para ellas, no suelen gustar. Cuesta entenderlas. Es un reto hacerlas atractivas. Quien quiera conseguirlo tiene que captar tu atención, engancharte con un formato original, con una historia sugerente, con un algo que te atrape y que te permita sumergirte en ellas y disfrutar. A veces se consigue, otras no. Aquí van dos ejemplos.


Uno:  Imaginary/Bcn, La mirada matemática, las artes y el patrimonio (MUHBA, Plaça del Rei, Capilla de Santa Ágata).


Con un título muy sugerente que hace pensar en una forma original de relacionar matemáticas y arte, las expectativas previas a la visita de esta exposición eran altas. Pero la sensación al salir de dicha exposición fue similar a la decepción. ¿Por qué? No consiguió fascinarme. La manera de presentar el contenido es monótono. Los paneles explicativos que acompañan a las imágenes son interminables, no de largos, sino de aburridos, con un lenguaje ilegible.(Si los hubiese leído en mi casa, tranquilamente, tomándome mi tiempo y reflexionando sobre ello, tal vez hubiese podido captar qué querían decir más allá de frases obvias acerca de que son las ecuaciones y lo importantes que son para entender el mundo; pero, con la sala llena de gente que pasaba sin parar por delante de los paneles, la voz de varios guías que retumbaban en la capilla y otros factores favorecedores de la dispersión, resultaba difícil concentrarse). Otro motivo: los ejemplos de arte y patrimonio son repetitivos y escasos, rozando lo chovinista. Ah, pero bueno, pero me tranquilicé porqué como en toda buena exposición de ciencia también había módulos interactivos. Interactivos si es que sabes utilizarlos, claro. Sólo en dos disfruté: en el de la habitación de Ames y en el de construir polígonos con espejos.







Imagino que si tienes suficientes conocimientos de matemáticas, la visita a esta exposición te puede resultar atractiva, entretenida, curiosa. Si por el contrario, tus conocimientos de matemáticas son justos (como es mi caso), sales igual que has entrado. Porque ya sabíamos que las matemáticas son el lenguaje de la naturaleza y que la arquitectura tiene pautas matemáticas. No hacía falta levantar tanta expectación con un título tan sugerente.
Esperaré una próxima exposición sobre matemáticas. Se ha desaprovechado una oportunidad de aproximar y hacer gustar las matemáticas a la gente, algo todavía necesario en la sociedad. Lástima porque la capilla de Santa Ágata estaba llena.


Más info sobre la exposición (haz click aquí).


Dos: Pi, fe en el caos (Pi, faith in chaos)



Darren Aronofsky consigue, al contrario que la exposición del MUHBA, que  quedes fascinado por las matemáticas. La película no trata de aclarar para qué sirven las ecuaciones, ni explicar qué son los números. Es la historia de un matemático obsesionado con encontrar la pauta que rige la Bolsa de Nueva York, que posteriormente se dará cuenta que ésta es la que rige el mundo y de por qué unos judíos fanáticos y una gran empresa financiera lo persiguen.
Esta es la primera película de Aronofsky (después vendrían  Requiem por un sueño, La fuente de la vida, Luchador, Black Swan) y ya despuntaba maneras. Pi es una película con un formato original que encaja perfectamente con la historia. La historia de la obsesión de un matemático por un número que va sacando a la luz la belleza del conocimiento como tal, del saber como finalidad en sí mismo. Un hecho que, con la excusa de la crisis, han olvidado nuestros gobernantes.